Yo me separo primero porque tengo algo que escribir antes de que nuestro tiempo se agote. He estado practicando en el aire, pero quiero grabarlo en la tierra.
-Cierra los ojos-le pido; me agacho y le oigo respirar mientras espera-. Ya está-digo, y él mira lo que he escrito.
''Te quiero''.
Me entra vergüenza, como si fuera una niña que ha escrito estas palabras en su calígrafo y se las ha dado a un niño de su escuela para que las lea. Mi letra es torpe y desigual, no como la de Ky.
¿Por qué es más fácil escribir algunas cosas que decirlas?
De todos modos, es innegable que me siento audaz y vulnerable mientras aguardo en el bosque con palabras de las que no me puedo retractar. Mis primeras palabras escritas, aparte de nuestros nombres. No son muy poéticas, pero creo que el abuelo lo comprendería.
Ky me mira. Por primera vez desde la proyección, veo lágrimas en sus ojos.
-No hace falta que tú me las escribas-digo sintiéndome insegura-. Solo quería que lo supieras.
-No quiero escribírtelo-responde. Y entonces lo dice, justo aquí, el la Loma, y de todas las palabras que he escondido, conservado y atesorado, estas son las que nunca olvidaré, las más importantes de todas.
-Te quiero.
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